martes, 5 de noviembre de 2013

La Luz de Otoño

La luz de los atardeceres de Otoño no ilumina los objetos, los acaricia. Se posa sobre los paisajes amarillentos con la delicadeza de una mariposa moribunda y recorre los rostros con la suavidad de una mano anciana.

La luz de los atardeceres de Otoño descompone la vida en una infinita gama de ocres y huye de las estridencias, de los desenlaces drásticos, de los contrastes violentos del verano para diluir los ángulos y las líneas en un sfumato renacentista. 

Chinchón. Imagen: Ramiro Curá

La luz de los atardeceres de Otoño, tiene la templanza de la experiencia y la serenidad de quien ha vivido y barrunta el final. 

Hoy, día de Todos los Santos, la contemplo desde Chinchón, desde el mirador que hay junto a la Iglesia de la Asunción, como otros años lo hice desde Positano, San Sebastián, Granada o Ronda; y me doy cuenta de que da igual el lugar desde el que la admire porque, la luz de los atardeceres de Otoño, es bella en sí misma. 

Chinchón. Imagen: Ramiro Curá