lunes, 21 de noviembre de 2016

Omega

21 de Noviembre de 2016


El Pitos - cantante de 091 - había abierto una tienda de ropa de segunda mano – El Ropero, tal vez la primera de la ciudad – frente a la Facultad de Derecho y a mí siempre que lo veía, me entraban ganas de preguntarle por Joe Strummer, líder de The Clash que había vivido en Granada una década atrás y con quien entablaron amistad y les produjo un disco.

Por mi facultad, Ciencias Políticas y Sociología, pululaba Jota – cantante de Los Planetas – y Juan Codorniú, guitarrista de Lagartija Nick con quien yo compartía alguna clase.

Y a Manuel España – La Guardia – te lo podías cruzar paseando por Camino de Ronda o Puerta Real.

Pero el ambiente natural de todos ellos, los "rockeros" de Granada, donde era más fácil verlos, era por la noche en esa zona en torno a Pedro Antonio de Alarcón en que se encontraban garitos tan míticos como El Amador, Peatón o Planta Baja.

Luego estaban los "flamencos" como El Polaco, Los Maya, Mariquilla, Curro Albaycín o Paco Cortés y su hermano Miguel Ángel que se movían habitualmente por otro circuito entre calle Elvira y el Sacromonte.

Se trataba de mundos vecinos que se respetaban sin llegar nunca a intimar hasta que llegó él y derribó los muros entre la parte antigua y moderna de la ciudad; y las chupas de cuero sacaron a bailar a las camisas de lunares mientras las guitarras eléctricas tomaban cañas con las españolas.



Yo, por aquel entonces, ya tenía una profunda admiración por Miguel Ángel Cortés, el hermano pequeño de Paco - toda una figura de la época que había grabado Macama Jonda y acompañaba habitualmente a Carmen Linares – pero de quien ya se distinguía no sólo por su toque limpio y preciso, lleno de acordes embriagadoramente nuevos, sino por su indumentaria un tanto sincrética entre esos dos mundos que comenzaban a dialogar.

MOrente y Cohen en Madrid en el año 93


Solía encontrármelo en aquella época en el Zeleste o en el Eshavira y,  a la menor oportunidad, me acercaba para preguntarle en qué andaba. Y él me contaba, sin apenas conocerme y por esa confianza que te dan ciertas dosis de alcohol y la noche, cómo iba ese proyecto con “los Lagartijas” que a todos nos intrigaba.

Morente y Lagartija Nick en directo 


La primera vez que escuché Omega reconozco que no entendí nada. Pero cuando lo presencié en directo unos meses después en un homenaje en vida a Juan Habichuela, me quedé absolutamente apabullado.

Han pasado ya 20 años de todo aquello y anoche, viendo el imprescindible documental conmemorativo de ese trabajo del que, con perspectiva, podemos decir que hay un antes y un después en el flamenco, me sentí un privilegiado por haber podido ser testigo del extraordinario ambiente creativo en torno a Morente que se respiraba en Granada a mitad de los 90,s.




Y confieso que sentí cierta nostalgia pero no del pasado sino, como diría otro granadino ilustre – Luis García Montero – nostalgia del futuro, de todos esos proyectos y esa música que sonaban en la cabeza de Enrique y que ya nunca conoceremos.